Diferencia entre cambiar las cosas y pedir que cambien

 

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La falsa ética de hoy consiste en creer que los demás (gente que no conocemos y cuyo nombre no sabemos ni pronunciar, habitantes de zonas que no sabríamos encontrar en un mapa) tienen que cambiar sus costumbres de un día para otro simplemente porque nosotr@s lo pedimos a través de una campaña mediática 'solidaria' y denigratoria... mientras no somos capaces de renunciar a un simple adorno que causa esclavitud infantil, contaminación ambiental y muerte.

TODAS las mujeres a las que en mi vida he dicho 'Vamos a pedir que cierren nuestras joyerías' me contestaron 'Sería difícil, sería imposible' y TODAS las mujeres a las que he preguntado '¿Somos capaces de decir a nuestros hombres/vecinos/hermanos que no los querremos más si salen con las prostitutas esclavas de Asia y África que los traficantes explotan debajo de nuestras ventanas?' me contestaron 'Esto siempre ha existido, nunca cambiará'...

Pero cuando se trata de una mala costumbre de otros pueblos (matrimonios con esposas adolescentes, prohibición de ir en minifalda y otros asuntos) resulta que dichos pueblos deben apresurarse a cambiarla ya que los hemos descubiertos. (!!!) Esta es nuestra cultura, esta es nuestra actitud básica, lamentablemente.

Decía bien Gandhi cuando le preguntaron que opinaba acerca de la cultura occidental y respondió 'Sería una buena idea, si existiera'.

Renunciar a encontrarse a un@ mism@ y a despertar el potencial de cambio que tenemos aquí ahora, nuestro cambio, nuestra evolución, es un poco como no existir.

Vivimos de apariencias, de ilusiones, de distracciones.

 

Sin embargo, si cada quien hiciese lo que puede en su propia comunidad no tendríamos necesidad de mandar tropas u ONGs a enseñar la 'democracia' en otros países (por ejemplo para EEUU y Europa la lucha al narcotráfico sería dirigida a los consumidores, que están aquí, y la lucha a la pobreza del sur del mundo se haría desde aquí con el consumo responsable, cosa que está en nuestras manos).