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sábado, 8 de enero de 2011

VESTIMENTA SEXISTA



En Europa, cuando hablamos de vestimenta sexista nos referimos casi siempre a la que se usa en el extranjero, o que llevan los inmigrantes.  Pensamos a la ropa tradicional árabe, y en particular al debate sobre el permiso de ir a la escuela pública con un pañuelo en la cabeza.

Damos por sentado que nuestra costumbre sea menos sexista, y que no incluya prendas que se puedan clasificar como símbolos religiosos. ¿Vamos a analizar el asunto?

A este propósito quiero expresar mi opinión sobre nuestras costumbres y sobre los mensajes que transmitimos constantemente al resto del mundo con palabras de Snoopy:


Esto es el mensaje que yo transmitiría a quien piensa de ‘civilizarse’ copiándonos a nosotr@s (si todavía existe este tipo de tendencia, que ha habido por varias décadas en muchas partes del mundo, por ejemplo en Latinoamérica).

Como verán en las imágenes a continuación, la desigualdad entre hombre y mujer en otras culturas es mucho menor que en la nuestra, a la hora de cubrir el cuerpo.




En la India lo que la gente suele dejar descubierto (en las vestimentas tradicionales) es el rostro y las manos. Las diferencias entre hombre y mujer son mínimas: en estas fotos ellos dejan descubierto el cabello y ellas los antebrazos. Además los vestidos de ellas son más colorados, usualmente (creo que se usen menos colores en caso de luto). Las sandalias que ambos llevan son cómodas. 



En el mundo Árabe, se descubre parte del rostro y las manos, de igual manera para los dos géneros. Los que cubren también el rostro suelen ser pueblos originarios de zonas desérticas, y supongo que esto sea debido principalmente al querer evitar que el viento eche arena en los ojos de las personas, aunque algunas veces esto no sea lo que nos dicen los periódicos en busca de fomentar prejuicios y de hacer noticia. Con esto no quiero decir que no apoye las luchas para la emancipación de la mujer en todo el mundo y la lucha contra los regímenes dictatoriales, simplemente quiero decir que hay pueblos donde las personas (mujer u hombre) cubren su rostro, y esto suele pasar en los desiertos. 




Los nativos de Brasil suelen hacer dibujos en el cuerpo y llevar ornamentos, la diferencia entre hombre y mujer es casi nula.

¿Es la vestimenta un símbolo religioso?

Yo he viajado en la Gran Sabana de Venezuela y he podido hablar con algunos nativos que se comunican también en español. Uno de ellos llevaba un pantalón y una camisa de algodón. El clima allí nunca es frio, así que quise preguntar porque vestía así. Me contestó que cuando su abuelo (o bisabuelo, no estoy segura) era joven unos hombres blancos llegaron a hablarles de Dios a los nativos y les hicieron entender que ir desnudos era pecado. Desde aquel entonces, unos de ellos se habían convertido, y otros no. Esta fue su respuesta. 

Entonces podemos decir que llevar pantalones y camisa en temporadas calientes es un símbolo religioso. ¿Por qué no?

Sin embargo si preguntamos a una persona que pasea por las calles de Caracas (o de Madrid en verano) porque lleva un vaquero, nos dirá que es la moda.
Cuando juzgamos a las inmigrantes árabes por llevar un pañuelo que supuestamente simboliza un dogma religioso y la discriminación de la mujer, no nos damos cuenta de lo siguiente: 

a)Puede que ellas no lo perciban de esta manera
b)Puede que su generación no recuerde exactamente cuando y porque fue establecida esta costumbre


Y ahora venimos a nosotr@s: 

un día en la playa tuve que explicar a mi niña pequeña el porque no podía quitarse solo la parte de abajo del bañador, que se le había llenado de arena. No encontraba palabras. Ella decía: ‘La parte de arriba no me molesta, cuando sea grande llevaré solo la parte de arriba, que nunca se llena de arena’. Renuncié a explicarle el porque de mi absurda sugerencia (siendo pequeña ella podía quitarse el bañador completo y esto yo le sugería). La verdad es que podemos mostrar ciertas partes y no otras partes del cuerpo según la doctrina religiosa que expresa los sentimientos de la mayoría de los habitantes de nuestra aldea. Es un concepto demasiado difícil de entender cuando se tienen tres años de edad. 

Imaginemos por un momento que alguien desde afuera nos juzgara negativamente y nos ofendiera o empezara a recoger firmas para hacernos cambiar nuestra manera de ser, que lejos de ser algo típico de pequeñas aldeas, es algo que hemos exportado por el mundo…


Tenditrendy.com

En esta foto pueden ver que las vestimentas elegantes tradicionales de occidente son muy desiguales entre hombre y mujer. Es evidente que los más sexistas somos nosotros. 

El hombre descubre su rostro y sus manos, el no puede entrar nunca en un local elegante mostrando sus piernas sexy, ni ponerse zapatos que no sean cómodos.  En cambio la mujer puede ser sensual y elegante al mismo tiempo. Ella puede desnudarse más y llevar tacones, que no hacen bien a su columna vertebral y que están pensados únicamente para darle una apariencia más sensual.   

Esto hace que yo como observadora sea discriminada. En ocasiones elegantes puedo ver reunidos unos invitados de los dos géneros, pero no puedo ver hombres sensuales, solo mujeres. Personalmente no me gusta este detalle. Aún así las invitadas no parecen quejarse, y ninguno/a de  l@s miles de estilistas que existen hoy en día piensa atreverse a derrumbar este patrón sexista.


Perder el tiempo juzgando a los demás 

nos distrae de un objetivo importante:

nuestra propia evolución.




''Todo cubierto menos sus ojos, ¡qué cultura cruel y machista!'' 
                             ''Nada cubierto menos sus ojos, ¡qué cultura cruel y machista!''

Derechos de autor del texto, código n. 1101088220782 

jueves, 6 de enero de 2011

Nuestra imagen ilusoria



Os recuerdo que en este blog hablo de mujeres refiriéndome principalmente a la mujer occidental (termino de uso común que indica nuestra cultura, impropiamente). 

Yo vivo en España, analizo lo que conozco mejor y lo que más se da a conocer por el mundo a través de los medias en relación a la mujer (con el riesgo de exportar tristeza, disfrazada de un estilo de vida feliz). 

No quiero decir que las mujeres en Asia o en África tengan mejores ideas, lo más lógico es que existan diferentes libertades y diferentes obligaciones en cada sitio, y sería interesante conocernos sin prejuicios para poder aprender libremente lo que nos guste las unas de las otras. Esto está muy lejos de la realidad actual, donde se deja que los medias nos llenen de ignorancia.




Volviendo a nosotr@s: nos proponen en las películas y publicidades una imagen de mujer flaca, vestida a la última moda, recién salida del centro estético y de la peluquería, y esta parece ser la única mujer merecedora de tener relaciones. Aunque en ocasiones ellas se relacionen con hombres de aspecto normal, en ropa casual y/o sin afeitar. 

Como resultado, yo salgo de mi casa, aquí en Andalucía, y veo las parejas que pasean por las calles: ella parece ir a una discoteca y al lado, o a poca distancia está el, que parece ir a ver un partido de deporte. Y sin embargo van juntos, aunque no parecen dar importancia uno a la otra. Van en la misma dirección. Si ella tiene un poco de barriga la disimula con su ropa, y el no lo hace. 

Pero, como por obra de magia, si pregunto acerca de este detalle a una amiga originaria de esta región, o hasta a una profesora de sociología,
me dicen que NO ES VERDAD. 

Ahora bien, puede ser que yo tenga un defecto en la vista, o puede ser que hayamos asimilado las imágenes propuestas por el televisor y las hayamos interiorizadas, así que no nos damos cuenta de seguir estas indicaciones. 



Otra opción es que los publicitarios hayan interpretado nuestros pensamientos y el modelo propuesto sea la mujer que quisiéramos ser. (En mayoría, tampoco yo personalmente quisiera ser así, estoy generalizando.)

Por alguna razón, de todos modos, el 90% de las mujeres son muy poco naturales, y esto no se debe a una estrategia para atraer la atención del hombre. O si lo es, es una estrategia que no funciona. El hombre en nuestra cultura tiene la ‘obligación’ de no perder ocasiones, es decir, de tener más aventuras posible con cualquier tipo de mujer. Y entre los hombres que tienen más personalidad y escogen con más cuidado, hay muchos que apreciarían un rostro natural, es decir una mujer con la cual acostarse y poder despertar reconociendo el mismo rostro.

‘’Los hombres miran a las mujeres para verlas; 
las mujeres miran a los hombres para ser vistas’’ dijo Jacques Normand

Está claro que la mujer occidental se pinta de forma provocativa en ocasiones en las cuales no desea tener sexo, porque la imagen de si misma que tiene interiorizada es aquella. Compra revistas femeninas donde aparecen desnudos de mujeres y no es lesbiana, todo está al revés. Si su esposo no tiene idea de cual sea exactamente el inestetismo de la celulitis, en lugar de aprovechar de esto para disfrutar más ella se enoja. La competencia entre mujeres para ser más parecidas a las modelos publicitarias es lo más importante.  

Esto suele suceder también a los hombres, es un hecho natural competir entre similares, por eso si un hombre compite con los demás por cuestiones de centímetros no va a sentirse mejor con que su mujer le diga que lo ama así como está. Pero el hombre suele aprovechar más de los placeres de la vida y hacerse menos problemas por su estética. Aunque ahora ellos se están cuidando siempre más, afortunadamente, y este desnivel tiende a decrecer en las parejas jóvenes, queda siendo la mujer quien se tortura en particular por su apariencia.
A mí siempre me han gustado los hombres sin vello, antes de que fuera de moda, así que no tengo nada en contra de la depilación femenina o masculina, pero veo que mientras ellos escogen como y cuanto cuidarse, casi todas nosotras no nos permitimos salir de casa así como somos en ningún día del año.

Cuando decimos o leemos ‘A la mujer se le exige ser perfecta, 
a la mujer se le valora (o se le juzga) por su apariencia…’ y algo por el estilo, 

¿a quien nos referimos? ¿quién la juzga? ¿quién le exige?
En gran parte sus amigas y parientes mujeres. O ella misma.

Algunas de nosotras se sienten molestas si las publicidades usan el cuerpo femenino para vender productos, reproduciendo siempre el mismo modelo de mujer ‘barbie’, a veces en fotografías de mal gusto, pero los productos se siguen vendiendo bien y se encuentran miles de modelos dispuestas a trabajar así. Muchos programas de televisión son sexistas, ponen mujeres casi desnudas al lado de hombres vestidos, pero las televidentes siguen viendo el programa. 
¿Por qué no nos enfadamos y apagamos? 



¿Por qué muchas invitadas a programas serios llegan allí en minifalda? 

Parece que no sepamos relacionarnos con el mundo sin ser atractivas. Y al mismo tiempo se venden muchos libros sobre como ‘hacerle el amor a una mujer’ ya que al parecer hay pocas que sienten placer con facilidad.
En conclusión estamos dando una imagen de nosotras completamente distorsionada. 

Está bien pasar horas a arreglarnos en una particular ocasión, pero no debería ser una obligación. No deberíamos ser siempre provocativas, llegando a hacer de aquella nuestra única imagen, exactamente como uno no iría a un funeral contando chistes. Y no deberíamos ofender nunca a otra mujer que vaya a la playa mostrando unos defectos, si ella se siente bien así. 




Hemos obtenido que se considere un crimen el acoso a una persona, sin importar como viste, esto es estupendo, pero todavía no se respira un aire de libertad. La mayoría de nosotras se entretiene más en torturarse con arreglos a veces dolorosos que en disfrutar de la vida. 

En el reino animal, por lo contrario, es casi siempre el macho quien hace malabarismos para hacerse notar. Las hembras simplemente asisten a su cortejo y al de otros y luego escogen el mejor. ¿Cuándo hemos decidido cambiar las reglas y preocuparnos tanto?

Tanta inseguridad y vacío interior en tantas de nosotras como para justificar que nos apeguemos a un modelo propuesto por las casas de cosméticas, haciendo de nosotras unas muñecas dispuestas a gastar cualquier cantidad de dinero en productos que mejoren (o falsen) nuestra imagen se debe curar. Todo tiene su medida. 

Y si no queremos cambiar este aspecto de nuestra vida, podemos por lo menos ser conscientes de que es una de las causas de la situación que vive la mujer de hoy. No podemos culpar solamente el guionista si la peli está mal, cuando hay cola para verla.

Desarrollando una personalidad fuerte, tendremos derechos en la vida diaria.


Otra anotación que quiero hacer en este post es que entre unas mujeres árabes que conocí no había rastro de miedo de ser rechazadas por algún particular físico. Las tallas de sus vestidos son todas iguales, escogen con seguridad el dibujo y el color que les gusta, ya que no se expondría en los negocios algo que vaya bien al 30% de la población. 
 

Si una chica tiene bigotes, sus amigas le dicen: ‘No te preocupes, a muchos les gustan y vamos a encontrar el esposo justo para ti’. Sin ánimo de ofender a nadie quiero puntualizar que escuché esta frase en un bonito lugar de campo, y me imaginé que hacer de ‘agencia matrimonial’ fuera para ellas una diversión, en ausencia de televisores. No quiero decir que haya un mundo perfecto, tod@s tenemos que luchar para mejorar algo en nuestros territorios, pero aquella frase me hizo pensar. Si había algo que ellas hicieran para conquistar un novio o para salvar un matrimonio, esto no era cambiar su apariencia. Habrán hecho un buen cous cous u otra cosa, pero no estaban obsesionadas por la apariencia. Entonces hay que admitir que estar obsesionadas por factores estéticos es algo opcional. 

En última análisis es nuestra decisión. 
Nuestro estilo de vida es el reflejo de nuestro mundo interior.

Pensé en cuando yo era adolescente (en los años 80) y vivía en Italia. Mis amigas y yo soñábamos de tener las caderas pequeñas. Entonces comprábamos vaqueros de una medida inferior y hacíamos malabarismos para ponerlos, en la esperanza de bloquear el crecimiento de nuestras caderas. Y no funcionó.

 De adulta me puse a reflexionar sobre este asunto: en las décadas anteriores nuestras actrices tenían éxito por el mundo y se decía que los americanos venían a ver la mujer mediterránea, que era un sueño para ellos.



 
¿Qué había cambiado? ¿Cuándo dejamos de valorarnos?

Nota divertida: en un viaje a Surámerica me di cuenta de que los brasileños aman a las mujeres de caderas anchas y pechos pequeños, justamente lo que nosotras queremos evitar, y me dije: ‘¿Porqué no ofrecer un viaje por aquí a una de nosotras que esté pensando hacerse una cirugía, antes de que tome su decisión?’ Sería interesante ver si al sentirse admirada por sus cualidades no cambie idea. 

Una amiga que ha vivido un tiempo en China, en cambio me dice que las mujeres allí compran ropa interior que le aumente el volumen de las nalgas, y sabemos que los dibujos animados japoneses retraen prevalentemente gente de ojos grandes… hay para tod@s.  

 No se trata, en muchos casos, de talentos artísticos o de la sana expresión de nuestra personalidad, es que se hace de todo para asemejar a las modelos más populares, y esto hace que nos sentamos más aceptadas o que simplemente nos aceptemos. Un cirujano estético (en una localidad de frontera entre Italia y Francia) una vez me ha dicho: ‘Me preocupa el hecho de que haciendo ver a las pacientes una revista fotográfica para escoger el tipo de pecho que desean tener, todas escogen la misma foto. Me pregunto porque lo hagan.’ Hasta el cirujano se preocupaba…

A continuación haré un ejemplo acerca de la buena o mala reputación, es decir de las cosas que atraen la atención de los vecinos: 

yo tengo 3 niños de diferentes relaciones y vivo sola con ellos, hace años nos hemos mudado en una ciudad muy pequeña donde ahora tengo buenas amistades, y con el tiempo nos hemos integrado mejor de lo que yo podía imaginar. Sin embargo, la mitad de las mujeres con las cuales he tenido ocasión de hablar, me han preguntado: ‘¿Porqué tus hijos no se parecen?’ Pregunta inútil, ya que la respuesta es obvia. 

Lo que me llama la atención es que ningún vecino me ha preguntado lo mismo, nunca. Si yo tuviera que decir a quien le importa saber si mis hijos son del mismo padre o de diferentes padres, diría que les importa a mis vecinas. 

No hubieron comentarios ni buenos ni malos, que yo sepa, pero si curiosidad. La mujer que pasa desapercibida es la que tiene una pareja estable. Lo más común es que encontremos este modelo familiar. Aunque luego se llenen las páginas de internet para parejas abiertas o todavía mucha gente sea infiel, lo normal es aparentar el matrimonio clásico. Sobre todo las mujeres solemos tener mucho miedo a declarar públicamente nuestra situación real. Y esto hace que las estadísticas acerca del número de parejas estables en nuestras regiones se basen sobre datos falsos. Aquí no quiero decir que no sea bueno tener una relación clásica, al ser posible es algo bonito. El argumento del post es la ilusión: todo lo que vemos no corresponde a realidad. 

Analicemos un lugar común: cuando decimos 

‘A la mujer se le dice fácil cuando se porta como se porta un hombre normal (o a el se le apoda el cazador, el Don Juan… mientras ella es poco seria)’ 

queremos decir: ‘lo mismo que es malo para ella es bueno para el’ (y no cuadran las cuentas, si al final ellos se relacionan con ellas). Y queremos echar toda la culpa a los hombres, o a la sociedad como si fuera algo externo. Pero la sociedad somos nosotr@s. Ser conscientes de eso es un factor importante. 

Si una mujer se siente juzgada o simplemente llama la atención por su estilo de vida inusual, esto se debe a que las personas a su alrededor (hombres y mujeres) en cierta medida tienen prejuicios. Si mañana todos los hombres eliminaran sus prejuicios, pero las mujeres no hicieran lo mismo, no hubiéramos resuelto el problema. 

Es más: quien necesita encasillar en un determinado papel para sentirse merecedora de respeto, encontraría otra prisión en la cual vivir. 

Tenemos mucho poder de cambiar las cosas,
tomando en cuenta nuestras actitudes. 

Percibir las cosas que vivimos de forma equivocada, exclusivamente como victimas, nos hace daño. Nos llena de ilusiones y nos ata a soportar una situación indeseada. 

Tomar nuestra responsabilidad en el asunto, en cambio, nos hace fuertes.

Podemos analizar nuestros sentimientos como individuos o más en general los sentimientos de las mujeres de nuestra ciudad, y empezar a cambiar positivamente.

Y si somos nosotras las que se sienten juzgadas, mejor tengamos una actitud amigable y confiamos en nuestra capacidad de establecer amistades y abatir los prejuicios, por el bien de tod@s. 

Nuestra experiencia puede ser importante para la evolución 
del mundo en el cual vivimos.


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