Publicaré en este espacio varias historias reales. Como en todos mis posts, las mismas irán aumentando en futuro según descubra nuevas anécdotas de interés.
La reflexión que quiero hacer es la siguiente: como todas las batallas, la lucha en pos de los derechos humanos y civiles tiene partidarios y detractores, partidarias y detractoras.
La prensa sensacionalista y genérica que lamentablemente acostumbramos leer (y que quizás refleje nuestra manera de ser, en la prisa, la aproximación y la escasa profundidad de la mayoría de nuestras vidas), a menudo nos induce erróneamente a pensar que el colectivo de mujeres esté apoyando en su mayoría los derechos de la categoría y sobre todo los derechos humanos en general. Basta con leer los títulos. Pero si fuera así, debido al gran número de representantes femeninas del género humano, ni siquiera haría falta que se defendieran tales derechos, la equidad en el mundo ya sería un realidad. Nos conviene, a mi parecer, ver las cosas como están realmente.
La reflexión que quiero hacer es la siguiente: como todas las batallas, la lucha en pos de los derechos humanos y civiles tiene partidarios y detractores, partidarias y detractoras.
La prensa sensacionalista y genérica que lamentablemente acostumbramos leer (y que quizás refleje nuestra manera de ser, en la prisa, la aproximación y la escasa profundidad de la mayoría de nuestras vidas), a menudo nos induce erróneamente a pensar que el colectivo de mujeres esté apoyando en su mayoría los derechos de la categoría y sobre todo los derechos humanos en general. Basta con leer los títulos. Pero si fuera así, debido al gran número de representantes femeninas del género humano, ni siquiera haría falta que se defendieran tales derechos, la equidad en el mundo ya sería un realidad. Nos conviene, a mi parecer, ver las cosas como están realmente.
Las tres entradas que publico aquí hoy se refieren a la historia de EEUU. En particular, la primera es una foto que se comenta por sí sola. Luego viene mi artículo sobre la primera niña de piel negra que accedió a una escuela antes reservada a los alumnos blancos. Leyendo el artículo se darán cuenta de la tremenda desproporción entre el diminuto número de defensoras de los derechos civiles y el altísimo número de mujeres conservadoras (y de la crueldad de ánimo que las anima). Sobre las motivaciones de estas últimas casi nunca se ve algún debate, por lo tanto me gustaría mucho saber sus opiniones. La tercera es una foto que se comenta a través de la apropiada leyenda, que desvela la identidad de los personajes reproducidos.
Más adelante pondré una pequeña anecdota de España, muy actual, de la cual soy protagonista.
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"Fue durante el movimiento de derechos civiles en los EE.UU. Mi madre era una de los muchos americanos negros que lucharon, sin violencia, para la igualdad de derechos para los no blancos en Estados Unidos. Esta protesta fue para el derecho de sentarse a comer en Woolworths, una tienda y restaurant muy popular en aquellos tiempos. (Brooklyn, 1963)" Saul Williams (Escritor, poeta, actor y cantante americano)
NOTA: Leo en la última parte de la monografía de F. M. Carletti Cuestión de género, evolución y consecuencias - 'El antropólogo Helen Fisher (1945) sostiene que la justicia se humanizaría aun más con el actuar en la misma de mujeres.' - El mismo documento, pero, sigue expliacado que evidentemente esto no acaba sucediendo.
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| Ruby Bridges y su escolta (leer artículo) |
A propósito de este artículo quiero decir que lo he escogido porque la historia se desenvuelve en el ámbito escolar, y las personas responsables de la educación, en su gran mayoría o en su casi totalidad, son mujeres, desde las maestras hasta las empleadas del comedor. Y, como podemos ver, las instrucciones del alcalde de la ciudad y del director del instituto (referidas a la aceptación de la nueva estudiante) han encontrado un fuerte rechazo general. Las malas maneras de expresar tal rechazo, además, superan todo lo que yo hubiera podido imaginar, hasta alcanzar un nivel de pura criminialidad. Son tan sólo dos las mujeres que se arriesgan a hacer la diferencia. Las proporciones aquí son muy claras.
En contraposición a la foto anterior, donde se ve que las mujeres policía en su horario de servicio NO rechazan la orden de desalojar a los manifestantes pacíficos, en este caso las maestras rechazan la obligación de enseñar a la niña de etnia afro-americana. Es decir que la tradición se defiende más que los nuevos conceptos ideológicos, por justos que estos sean, si nos basamos sobre estos dos ejemplos. Considerando la lentitud con la cual los derechos humanos se van reconociendo en todo el mundo, de hecho, es logico reconocer que una gran mayoría de las personas no está colaborando activamente a este cambio cultural. Y esto vale también en el universo femenino. Despertar a esta realidad es una base importante para luego poder utilizar con más eficacia las armas pacíficas del cambio cultural que debemos emprender, y aquí me refiero a nosotras, las que deseamos que nuestro mundo evolucione.
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| Los acusados del asesinato del adolescente Elmett Till, con sus esposas |
En 1955, en Mississipi, dos hombres torturaron y mataron a un chico de 14 años, Elmett Till, culpable de haber piropeado, el día anterior, a la esposa de uno de ellos. Elmett se encontraba en aquella región de visita a unos familiares y desconocía algunas de las costumbres y leyes raciales vigentes en la zona. La sentencia a favor de los dos hombres hizo que se sintieran seguros y, al finalizar el juicio, contaron abiertamente los detalles del crimen cometido a sus conocidos, y hasta a un famoso periodista que luego publicó un artículo. El caso de Elmett hizo historia e influenció también a Rosa Parks, a la hora de tomar su decisión de oponerse activamente a las leyes raciales, en diciembre del mismo año, cuando la mujer se negó a obedecer al chofer de un autobús público, el cual quería obligarla a ceder su asiento a una persona de piel blanca. Sucesivamente, Alvin Sykes, un amigo de la madre de Elmett, dedicó muchos años de estudio y de actividad para lograr que los políticos más influyentes apoyaran su petición para que se legislara a favor de la revisión de sentencias antiguas que habían dejado en libertad a todos aquellos criminales que actuaron gracias a la existencia de leyes raciales.
Afuera de todas las consideraciones que se puedan hacer sobre este caso, y de los detalles que habría que considerar para llegar a aclarar el asunto de un punto de vista jurídico, lo que siempre me ha dejado atónita en esta crónica es la mirada que las dos mujeres retraídas en las fotos del juicio reservan para sus esposos. Las suyas son miradas que expresan amorosa comprensión y preocupación, son miradas cómplices. Ciertamente se trata de personas que se han criado en un mundo racista y que veían en la libertad de los negros una amenaza, pero una expresión más seria, más dolida, más reflexiva, hubiera sido la más apropiada, en mi opinión. La sola idea de que un torturador y asesino pueda obtener tal consentimiento y apoyo de parte de quien comparte la parte más intima de su vida, me deja sin palabras.
Debo reconocer, pero, que muchos sistemas criminales, muchas mafias, se establecen justamente a través de lazos familiares. Y muchas veces (no todas, afortunadamente) en los juicios que seguimos a través de la prensa y TV se nota que la madre y los parientes más próximos del criminal lo apoyan. ¿Por qué sucede esto? ¿Hasta qué punto se puede querer de esta manera tan ciega, donde el lazo familiar toma más importancia de los valores éticos (si hay) o de la simple repugnancia física hacia un torturador?
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A este propósito, me acuerdo de algo que me ha pasado aquí en España,
un episodio de la vida diaria que casualmente se refiere principalmente a mujeres:
yo vivía desde hace pocos días en un piso alquilado, y me había dado cuenta de que en la cocina habían problemas con el gas. Todos los muebles eran muy antiguos, pero la dueña seguía diciendo que todo era nuevo y que no podía ser que la cocina funcionara mal. Cuando yo abría contemporaneamente dos fuegos para cocinar, veía prenderse una gran flama única que me asustaba y por eso seguía cocinando con un solo fuego. En los días siguientes llamé un tecnico y este me dijo que debía cambiar absolutamente aquella cocina defectuosa ya que había encontrado tres fugas de gas, y que, si no lo hacía, podía ocasionar una explosión peligrosa y luego los daños de todo el edificio hubieran sido mi responsabilidad como inquilina. Entonces decidí ir a hablar más seriamente con la dueña. Mientras hablabamos, y ella trataba todavía de convencerme de que no hiciese nada, yo veía su hija (estudiante universitaria) acostada en el sofa mientras veía una novela por TV. La hija no hizo ni un saludo ni un comentario. Logré que compartieramos los gastos y me fui, pero en los días siguientes me acordaba de aquella escena y una mañana mientras esperaba mi turno para comprar en la panadería escuché unas mujeres hablar con resignación de la superficialidad de los jovenes de hoy y decidí contar lo que me había pasado, diciendo que no me gustaría que mi hija frente a un peligro como el de la explosión de un edificio de las cercanías no hiciera ni un comentario. A este punto, las otras mujeres presentes y la dueña de la panadería me explicaron con mucha energía que yo me equivocaba, porque según todas ellas la joven debía intervenir en defensa de su madre, si hubiese intervenido, puesto que había un fuerte lazo familiar entre las dos. Aunque el riesgo de explosión fuera real. No me lo podía creer.
Sabía que la idea de llevarse la corriente entre conocidos o familiares en lugar que defender un ideal o una causa justa es un factor humano, que existe, pero nunca había pensado que fuera tan común. La madre, si vamos a ver, es el lazo familiar más fuerte. Por lo tanto, de nosotras depende en gran parte la posibilidad de cambiar esta costumbre.
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