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sábado, 29 de octubre de 2011

La mujer en las leyendas polinesias


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Antes de que los colonizadores 
transmitieran,
de su imaginario al nuestro, 
el prejuicio
de una realidad polinesia 
similar a la imagen de ensueño 
que los viajeros europeos 
siempre han interiorizado

existían antiguos rituales simbólicos:
tatuajes, tejidos
y leyendas basadas en 
el instinto maternal del pe'a
el zorro volador autóctono. 

Una de las principales leyendas que encontramos en el archivo histórico del sitio web

relata una fascinante historia que merecería tener más difusión:




- El simbolismo del pe'a está estrechamente relacionado con la responsabilidad del jefe hacia la familia y la seguridad. Este simbolismo se inspira en el zorro volador.

Es un triángulo orientado hacia abajo en el centro de la espalda. El pe'a es el símbolo de la madre naturaleza, de la buena madre, de fuerte sentido maternal. Si se estudia el comportamiento de los zorros voladores se verá que, a diferencia, por ejemplo, de las aves que viven independientes en sus nidos, sobre todo cuando tienen que cuidar a sus pequeños, ellos se organizan para vivir en comunidad. Los pequeños zorros voladores siguen a la madre también cuando caza los alimentos. Las madres nunca se separan de sus pequeños, hasta el momento en que los mismos sepan volar por su cuenta. Estos animales viven siempre en su comunidad de origen, mientras que los seres humanos, una vez alcanzada la mayoría de edad, se separan del grupo del que descienden para formar otro nuevo. 


En tiempos antiguos, se dice que un grupo de mujeres fue condenado a la hoguera, por razones que no vamos a decir aquí, en la isla de Tonga: una pila de madera se encendió a los pies de las desventuradas, y de repente se oscureció la luna y el cielo se llenó de gritos extraños. Los habitantes de Tonga se sorprendieron al ver las hordas de pe'a orinar en el fuego, se podían ver las ramas de los árboles alrededor de las condenadas que bajaban a causa del peso de los murciélagos que esperaban su turno para apagar el fuego. 

Eran pe'a poseídas por los espíritus, y los tonguenses se vieron obligados a rendirse ante aquella fuerza perturbadora; los animales hicieron que todas las mujeres se salvaran. Incluso hoy en día en las islas Tonga el pe'a es un animal sagrado, protegido bajo los auspicios de la familia real y la ley. Si se nota un pe'a blanco, entre miles de sus compañeros, volar sobre la capital, esto significa que algo va a pasar con la familia real. Y en Fala, la isla donde se entierran los monarcas, si se observa que algo está quemando en la naturaleza significa que un miembro de la familia real va a morir. Por lo que el pe'a representa para los samoanos un símbolo de salvación y de liberación, mientras para los tonguenses es la señal de un destino nefasto.



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'Taniko
 La leyenda del arte de tejer 

Otra historia tramandada oralmente en Polinesia 
es la de la princesa del infierno, Niwareka,  y de su prometido, Mataora

- El origen místico del Moko, el tatuaje Maorí, se basa en la historia del joven Mataora, cuyo nombre traducido significa: rostro de gran fuerza vital. De joven se enamora y se casa con la princesa Niwareka, cuyo padre, Uetonga, es el señor del infierno. Mataora es malo y suele golpear a su esposa, quien, después de otro litigio más, decide dejarlo para volver con su familia. Mataora pronto se arrepiente de su mala conducta y busca Niwareka hasta el infierno, con la intención de pedirle perdón y llevarla otra vez a casa. 

El viaje es largo y difícil, Mataora toma muchos caminos equivocados, hasta encontrar el correcto. Cuando finalmente alcanza la familia Nikarewa, se da cuenta de que los diseños en su rostro se habían descolorido a causa del sudor provocado por el gran esfuerzo. Los familiares de la esposa se ríen por esto, burlándose de él. Finalmente, se las arregla para convencer a la familia a hacerle encontrar Uetonga, cuyo rostro está cubierto por un gran número de líneas onduladas muy finas. Después de haber llorado y suplicado durante mucho tiempo, Mataora finalmente puede volver a la tierra con Niwareka. Sin embargo, antes de que este deje el infierno, Uetonga se ofrece de tatuarlo y de enseñarle a realizar los tatuajes. Mientras Mataora aprende el arte de los tatuajes, Niwareka alprende el del taniko, la tejeduría, que desarrolla con gran habilidad para así ser capaz de realizar estupendos pasamanos de colores. Juntos regresan en el mundo de los vivos, con los nuevos conocimientos adquiridos. Esta es la leyenda según la cual los maoríes han aprendido el Arte del ta-moko y del taniko.

Si la época a la que se remontan la historia y la técnica del ta-moko es incierta, lo cierto es que su práctica declina con la llegada de los misioneros en Nueva Zelanda, hasta caer totalmente en desuso. Los misioneros cristianos la prohibieron para erradicar a los maoríes de sus orígenes y hacerlos más dóciles y receptivos a ellos. Alrededor de 1860 el arte del Ta-Moko había casi desaparecido. Curiosamente desaparecieron en gran medida los tatuajes en el rostro sólo entre los hombres, mientras que las mujeres siguieron llevándolos en la barbilla con gran orgullo. 

Como pueden ver, se describe en estos escritos una mujer luchadora, 
que lleva una vida auténtica y en armonia 
con la naturaleza, nada que ver con la estática chica sonriente  
que atrae al turista desde un cartel publicitario de las agencias de viajes...