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martes, 1 de mayo de 2012

Parto sin dolor y parto orgásmico, veamos la realidad sin prejuicios


En este post contaré una experiencia personal:
mi experiencia acerca del nacimiento de mis hijos y la evolución que hice en estos años con respecto al tema del parto gracias a unos viajes en diferentes países y gracias sobre todo al espíritu de búsqueda que nunca me ha faltado, y que fue mi único recurso frente a la cultura muy negativa en la cual me crié y en la cual me reconocí hasta la edad de veinte años. 

Esta fue, para mí, otra prueba más de que si nada cambia en nuestro mundo interior nada cambiará en el ambiente en que vivimos. La sociedad entera cambia a raíz de las nuevas exigencias de la gente, que modifica su manera se ser y pide servicios diferentes. En cualquier momento, a partir del cambio de un grupo de pocas personas puede nacer una corriente de pensamiento que luego se difunde y llega a ser 'normalidad'. Y está en nosotr@s enfrentar de forma positiva o negativa el papel de pioner@s. Si nuestra mente nos dice que enfrentaremos enormes dificultades nosotr@s viviremos esta experiencia con agobio, pero si nos decimos que va a ser un momento bello y hasta memorable, probablemente así será, así lo viviremos.




Tras contaros mi historia personal postaré todas las informaciones útiles que pude encontrar en la WEB acerca del parto sin dolor, el que la educadora prenatal y ensayista americana Sazanne Arms denomina 'El parto suave' y hablaré hasta del parto orgásmico, poniendo los enlaces a los artículos y vídeos que considero más atendibles.

(Quien desea ver inmediatamente los enlaces de documentos sobre el parto dulce puede ir inmediatamente abajo sin leer todo el cuento, aviso :-)

Mi experiencia personal es la siguiente, os animo también a contarnos vuestras experiencias en comentarios a este post o en nuestra página de Facebook

- Me crié en el norte de Italia, en una zona donde nacían menos niños que en otras regiones y donde la cultura típica siempre fue muy individualista y materialista. Mi madre fue comerciante desde su niñez, el comercio era su vida y recuerdo que se jactaba de haber ido al trabajo a las pocas horas de parir. No era una mujer afectuosa y tampoco lo era mi abuela, que se ocupaba de mí y de mi hermana en todo lo material pero que no respondía a nuestras preguntas sobre como enfrentar nuestra existencia. Dada las circunstancias, lo único que supe desde el comienzo sobre el parto fue negativo: si nos hacíamos daño jugando mi abuela decía 'No lloren por estupideces, ¿entonces como harán a la hora de dar la luz?' y mi madre se sentía fuerte diciendo que había aguantado los dolores de alumbramiento sin pensar que podíamos tener miedo al escucharla y se sentía digna de respeto por haber puesto en primer lugar la vuelta a su puesto de trabajo. Yo fui una pequeña interrupción en su agenda, esto es todo lo que pude mentalizar. Ahora me preocupa mucho lo que aprenden los niños de nuestra actitud y de nuestras charlas despreocupadas, deberíamos pensar en la sensibilidad de todos los niños a nuestro alrededor como vecinos, hijos, nietos y sobrinos o alumnos que pueden estar escuchando nuestros pensamientos en voz alta o nuestras charlas entre adultos. Se puede incluso causar un daño psicologico a niños y niñas, debido a que pueden desarrollar un sentimiento de culpa para haber hecho sufrir a la madre, aunque haya sido sin querer.

Soy de 1969. No nací en una familia machista, nací en una familia materialista de la época del boom económico y la familia de mi madre tenía más ingresos que la de mi padre, por lo cual era ella quien lo decidía todo, pero no fue una madre presente y su carácter era duro, así que la parte de sensibilidad y dulzura del ser humano la aprendí del carácter de mi padre hasta que vivió con nosotros, antes de que se separaran, y luego en las visitas reguladas por el juez. Él me dijo siempre cosas positivas acerca de la feminidad, lamentablemente pero no tuvimos mucho tiempo para platicar. El 'resto del mundo' eran la escuela, que no decía nada sobre esto, y los consultorios para adolescentes donde se encontraban unas mujeres profesionales con su aire triste y pesada explicando cosas futuristas que no encajaban con sus ojos desilusionados, ojos de quien considera la opción de ser mujer básicamente como una desventaja. Ellas vivían la maternidad todavía como un problema. Allí vi el contraste entre las enseñanzas liberales que se querían dar y la realidad de las cosas.

Recuerdo con horror que mi hermana y yo deseábamos hacernos esterilizar, tan vacía de afecto y de alegría había sido nuestra niñez. Esto se debe también al auge de la psicología que en aquel entonces se difundía en los medios de comunicación y que afirmaba que casi siempre se repiten los patrones mentales aprendidos en la niñez, por lo cual deseábamos asegurarnos evitar transmitir a nuestros hijos los valores equivocados aprendidos. Pero yo en mi mente nunca culpé a nadie, más bien siempre tuve la sensación de que existen vidas anteriores o algo similar y de que fuese posible y hasta muy probable que aquel entorno reflejara mi mundo interior, sencillamente. Lo que todavía no sabía era que todo podía cambiar, absolutamente todo.

Más adelante, con mi primer novio, fui a conocer el lugar donde él había nacido, ya que allí su familia se había mudado en los tiempos en que desde Europa se emigraba a Latinoamérica: Venezuela. Inmediatamente me di cuenta de que allá las mujeres se veían al mismo tiempo más femeninas, más fuertes  (es decir con más autoestima personal no dependiente de las circunstancias) y más alegres. Además ocupaban lugares de importancia como la dirección de filiales de bancos y otros puestos adonde nunca yo había visto una mujer y mucho menos una mujer de apariencia muy femenina. Cosas que para mí hacían una mezcla extraña pero muy linda, por eso quise aprender de ellas. He visto esta actitud en cierta medida en todas partes: en el barrio de inmigrantes, en los otros barrios de la ciudad, en las diferentes clases sociales, en el campo y en la zona de los nativos. Parecía depender de la misma tierra, no de un patrón cultural. Las mujeres de la ciudad me decían que no debía perder la oportunidad de vivir un parto, que era algo lindo, y decían que al menos hasta el tercer hijo la mujer queda teniendo una estupenda apariencia física. Mientras que en mi país se decía que desde el primer embarazo ya te empezabas a ver fea. Luego, en el campo y en las islas, he visto también bellisimas mujeres madres de diez hijos. Nunca cambiaban su actitud ante la vida, nunca dejaban de bailar y disfrutar en el fin de semana, nunca se ponían realmente viejas. En la Gran Sabana quedé soprendida gracias a la paz y tranquilidad que se respiraba. Nadie parecía desesperarse por la lejanía de la civilización, los niños se veían estupendos y las madres me transmitían armonía y serenidad. (Los problemas que enfrentan los nativos de América no entran ahora en este asunto, claro que soy conciente de ello). No quiero decir que todo fuese exclusivamente bello pero me impactó la diferencia: yo procedía de un lugar donde la negatividad, el pesimismo, la ansiedad y la desconfianza en la vida reinaban, la felicidad era una excepción. Pensar que la naturaleza es buena, pensar que nosotras estamos preparadas físicamente para ser madres era una utopía en mi ciudad natal, quizás haya sido diferente en otro siglo. En mi época todo parecía ser una lucha, nos defendíamos de la vida misma. Nos sentíamos separados de ella.

Es importante que explique mejor una cosa: está claro que en todas partes se pueden vivir partos complicados y otros que son experiencias agradables, una misma madre tiene una experiencia diferente con cada hijo y tener comodidades y apoyo médico puede ser muy bueno si se logra ser consideradas personas y no números en las estructuras hospitalarias... pero he visto que en algunas partes del mundo la mujer es más feliz de poder tener un embarazo que en otras partes. Estas actitudes tan diferentes determinan un estilo de vida, una vida entera muy diferente. Si la expectativa es diferente se vive la feminidad en general de forma diferente, es decir con más o menos alegría, aceptación y autoestima. Hasta se puede vivir la pertenencia al propio género como un privilegio, si se quiere.

Tras esta experiencia empecé a querer tener hijos. Al final, varias circunstancias me impidieron ser madre en edad temprana, tuve mi primera hija a la edad de 33 años y además tuve que volver a mi ciudad natal, por eso al menos me puse a investigar sobre estructuras alternativas donde poder tener un parto natural, con atención médica sólo en caso de necesidad. Mis familiares no estaban de acuerdo con que tuviese mi hija en la casa, aunque les expliqué que basta con estar no muy lejos de un hospital y avisar por si hubiese una emergencia, entonces averigüé donde mejor podía ser atendida según mis preferencias. Encontré la estructura hospitalaria alternativa adecuada y me preparé pensando en que todo iba a ir según yo lo había programado, gracias a los servicios ofrecidos por tal estructura. Una vez allí, la directora del hospital dio una charla muy interesante en donde escuché por primera ver 3 cosas importantes: 

a) En este siglo el parto se ha hospitalizado de forma estricta, como hemos visto, y se ha empezado a tratar a la madre como un objeto dando más importancia al trabajo de los médicos que a la parturienta. Esto sucedió A MEDIDA DE QUE las mujeres empezaron a delegar y se alejaron de sus instintos, pidiendo este tipo de servicio. Puede que esto sea debido al entusiasmo inicial que la industrialización ejerció en las personas. Del mismo modo, ahora, tras haber visto las limitaciones y las graves faltas del sistema que se ha establecido (un altísimo número de cesáreas innecesarias, la posición estándar que suele ser incómoda para la madre y cómoda para el medico, falta de explicaciones, etc.) nacen estructuras alternativas para el parto natural con bañeras de agua, música, un cuarto independiente con privacidad y atención médica no invasiva... A MEDIDA DE QUE siempre más mujeres piden estos servicios, habiendo retomado el mando de su propia vida. Nada sucede por azar. Desde esta perspectiva, llenarse de rencores si las circunstancias no nos gustan, pensando que haya un complot contra nosotras es perfectamente inútil. Es útil ser propositivas, y si más personas serán propositivas será cada vez más fácil obtener un nuevo cambio.

b) Hay muchos prejuicios sobre el parto. El más importante de todos tiene que ver con la temida 'muerte por parto', que se pudiera llamar simplemente 'muerte por hemorragia' para ser más correctos. La doctora y directora del hospital donde nació mi hija nos contó que la verdadera revolución en la medicina moderna fue la posibilidad de enfrentar con éxito el problema de las hemorragias. Antes se podía morir muy fácilmente, en un sin fin de circunstancias diferentes, siendo ricos o pobres, hombres, mujeres o niños. Un accidente muy banal podía provocar la muerte. Yo misma recuerdo haber leído la historia de un hombre noble y rico que murió tras provocarse una pequeña herida mientras se afeitaba, que se infectó. Desde esta perspectiva se aleja la idea falsa de que el parto es una especie de maldición divina que pone en riesgo a la mujer simplemente por ser mujer.

c) ¡El dolor del parto no es verdad que no se puede comparar con ningún otro! Esta idea, que quizás ha sido congenial a muchas de nosotras que querían satisfacer su orgullo como hizo mi madre, mostrando ser fuertes como nadie, o quizás fue congenial al negativismo de muchas otras, ha asustado a las niñas innecesariamente, dándoles una idea de la feminidad muy asustadiza y poco deseable. Lo que hay que decir, para ser sinceros, es que el parto puede ser muy doloroso (y puede que no) y la doctora hacía comparaciones con deportes como el alpinismo que son muy amados no obstante al parecer los músculos de las piernas duelan mucho.

Yo me di cuenta muy simplemente de que los dolores del parto son calambres. Ni más ni menos. Esta es mi idea y de hecho en una ocasión justo antes de que empezara el trabajo del parto tuve una calambre en mi pantorrilla izquierda que se fue con un masaje del médico, y me pude dar cuenta de que es la mismísima sensación de los dolores en la zona genital que empezaban en aquel momento. Por esta razón yo creo que el parto con dolor tiene mucho que ver con el estilo de vida de la mujer moderna, que se aleja siempre más del ciclo natural de las cosas (no estoy diciendo que es bien o que es mal), por ejemplo teniendo hijos en edad muy avanzada con respecto a cuando tiene la primera menstruación. Es como si una persona que pasa todas las tardes sentada en su sofá de repente participara a un maratón. De hecho, la única vez en que pude hablar con una chica que había tenido un hijo a los 14 años (una chica italiana cuya familia muy excepcionalmente decidió apoyar y aceptó cuidar del niño mientras ella seguía estudiando, en vez que decirle de abortar como suele pasar), le pregunté si el parto había sido doloroso y ella me dijo que no, que no recordaba haber tenido una experiencia dolorosa. Se trata de un solo caso, pero, no se de otros. Lo cierto es que la posibilidad de parir sin dolor y sin anestesia existe.

Venimos ahora a lo de la anestesia

Hay dos actitudes muy comunes frente a esta posibilidad: hay quien dice 'No debo sufrir innecesariamente cuando existe la anestesia', y hay quien dice 'No voy a perderme el momento más importante de mi vida sin sentir'. Hay libertad de escoger, pero es bueno saber que a veces la anestesia inhibe las contracciones, que empiezan otra vez cuando termina su efecto, en este caso sólo se habrá obtenido retrasar el parto

Yo quería sentir, ser lo más cerca posible de mi naturaleza, y quería la menor atención médica posible. La estructura que escogí para mi primera experiencia favorecía exactamente este tipo de circunstancia. Lo único que no encajó, la única critica que todavía debo hacer a este tipo de estructura que es muy bonita en realidad, es lo de medir la posible hora de dar a luz. A las mujeres embarazadas nos hacen una visita muy desagradable que determinaría si estamos cerca o lejos del momento de parir. Yo prohibiría este examen, si pudiera. Entiendo que es un problema debido probablemente al número de camas disponibles, pero me encantaría que una mujer que siente que va a dar a luz no la rechazaran. Era la primera vez en que se acercaba para mi este momento tan importante, fui al hospital con los primeros dolores y tras la visita me dijeron que no, que no iba a nacer mi niña todavía, pero yo no podía convencerme y siendo lo más diplomática posible dije: 'Permítanme esperar aquí sentada a que mis familiares vengan a recogerme', esto lo obtuve y poco tiempo después ya estaba lista para ser ingresada, así que me dieron mi cuarto. De esto aprendí que nadie puede saber mejor que la madre cuando es el momento de dar la luz y me cuesta entender porque no rechazamos todas este tipo de respuesta de parte del personal médico. Es probable también, me imagino, que si te dicen de irte tú mentalmente te convences que debes esperar y atrasas el momento. Es posible, creo yo, que el cuerpo en cierta medida responda a la actitud mental de la madre.

El parto fue normal, todo fue bien, fue doloroso pero no muy largo. Creí que se acabara el mundo ya que no estoy acostumbrada a aguantar el dolor, pero luego, al ver a mi hija, enseguida me sentí bien como nunca y me regeneré inmediatamente. Había sido ingresada a las tres de la tarde de aquel día y a las once y treinta de la noche tuve la niña en mis brazos. Otra ventaja de las estructuras alternativas es que te permiten quedarte con tu bebé, no te alejan de él o de ella. Yo prefería tener ese bello momento de intimidad con mi bebé antes que descansar. La bañera que había escogido para dar a luz no se pudo preparar a tiempo pero en el momento de experimentar las sensaciones de que todo empezaba yo ni siquiera quise ver el agua, me encantó poder escuchar música, eso sí. Poder tener a mi lado a una persona que yo escogí también fue muy bonito. No quise que me visitara mucha gente en los dos días siguientes, esto ha creado malhumores pero hice bien, era mi firme intención tener alrededor muy poca gente, es triste a veces ver cuan poco se respeta el deseo de la neo-madre. Parece que el acontecimiento desencadene inmediatamente deberes de etiqueta y protocolo. Se que este asunto es muy controvertido pero yo por mi parte aconsejo decidir con nuestro propio corazón y hacer respetar tal decisión, luego habrá todo el tiempo.

De mi segundo parto no hablaré mucho aquí ya que fue complicado, el niño era grande y se me rompieron las aguas a los ocho meses, por eso tuvieron que provocar las contracciones y tampoco funcionaba, así que sufrí y me cansé mucho por casi tres días antes de poder dar a luz, pero tuve al menos la buena idea de escoger la misma estructura hospitalaria alternativa en la que tenía confianza y que me despertaba buenos recuerdos. El niño estuvo bien enseguida.

Llegamos entonces a mi tercera experiencia, la experiencia que hizo que decidiera escribir algo sobre el asunto. Quedé embarazada de mi tercer hijo a los 39 años sin planearlo. Fue una inesperada sorpresa debida al fallo de un sistema de contracepción. Mi situación era muy pero muy complicada: vivía sola con mis otros dos hijos en una ciudad pequeña y nueva para mí, en España, sin muchas amistades por no decir casi ninguna y el padre del niño no quiso saber de él. Dadas las circunstancias fue imposible para mí escoger una estructura adecuada y me apoyé al clásico hospital más cercano, pero mis intenciones de pasar bien aquel momento eran firmes, más que antes. Habiendo podido entender, a través de mis experiencias anteriores, que la simple estructura hospitalaria alternativa no es garantía de poder tener un parto sin dolor, esta vez me dije a mi misma que lograr este objetivo hubiera sido mi responsabilidad. Mía y solamente mía. De nada y de nadie más iba a depender mi bienestar.

Leí algo muy simple sobre meditación y sobre el dolor, sin tener muchos conocimientos previos. Lo que pude entender es lo siguiente:el dolor se puede transformar, mentalmente. Se debe lograr concentrarse en algo muy positivo: una palabra, un color, una imagen que nos de placer (por ejemplo visualizar muy intensamente una playa tropical o repetir con concentración la simple palabra 'placer' o cualquier otra cosa que nos guste) en el mismo momento en que empieza el dolor, para transformarlo, y continuar hasta que termine la contracción dolorosa. Debemos llegar a sentir placer en vez de dolor. Por eso, nuestra concentración en la idea de 'placer' / 'goce' / 'jubilo' / 'belleza', como podamos enfocar la sensación deseada, debe ser tan intensa como el dolor que sentimos o que sentiríamos sin este simple ejercicio. Además de eso puedo decir de haber pensado positivo por todos los meses de embarazo, sin dejar entrar una duda en mi mente, visualizando el parto dulce que deseaba, comiendo mucha fruta y haciendo todo lo que pensé que me hacía bien en aquellos días y que fuera a mi alcance.

Se acercaba el momento. Cuando empecé a perder líquidos fui a hospital y aquella primera vez no logré quedarme, tras la visita las matronas y las enfermeras me mandaron a casa con mucha frialdad, sin escucharme. La segunda vez en que sentí que llegaba el momento fui más firme y me aceptaron, aunque la visita daba como resultado que mi hijo podía nacer al día siguiente pero no antes. Eran las diez de la noche. Me dieron una cama y mientras preparaba mis cosas se hicieron las once y empecé a sentir más contracciones. Llamé la enfermera, me visitaron y resultó ser que efectivamente estaba empezando el trabajo del parto. Entonces fui a la sala de parto. El médico era muy gentil pero al entrar yo dije a la matrona '¿Qué día es hoy? ¿16? Me gusta el número 16 como fecha de cumpleaños'... aunque yo simplemente expresaba pensamientos positivos, ella me miró muy seria y molesta y dijo: 'Olvídalo. ¡Ningún niño nace en un hora, es imposible! Ni lo pienses.' Me sorprendió la dureza de su respuesta y pensé en que podía haber tenido un mal día, pero también pensé en que este es el resultado de cientos de años de delegar el asunto de dar a luz en manos ajenas. ¡Ahora hasta se ofenden si quieres participar activamente! Es una señal de lo fuerte que ha sido el encargar a otros de la responsabilidad completa de nuestra experiencia, es su profesión ahora que se cuestiona, no es simplemente un apoyo. Pero nuca es tarde, las dos cosas (el trabajo del personal hospitalario y la participación consciente de las madres) se podrán integrar en un futuro en cada estructura existente si así lo querremos. 

Al sentir llegar el dolor hice el ejercicio de transformarlo mentalmente y sorprendentemente funcionó de maravilla. Lo repetí a cada contracción. Así de simple. Mi niño nació sin dolor. Yo no sentí dolor y el niño mismo no lloró desesperadamente. A pesar de que esta vez no hubo música, no hubo acompañante, no hubo la bañera de agua espernadome, ni un curso con maestros de milenarias técnicas orientales... y yo ya no era joven. No pude escoger ni el hospital. Lo único que tuve fue una buena actitud llevada a su máximo potencial: no dejé entrar un sólo pensamiento negativo y no escuché a nadie. Sólo escuché mi instinto y quizás el del niño que iba a nacer, ya que en aquellos momentos todavía éramos uno. 

Luego, la misma matrona vino a darme un papel que firmar, y me dijo: 'No puedo creerlo,  tenías razón tú...', faltaban cinco minutos para medianoche, era el 16 de junio.

Más adelante intenté repetir la misma meditación con el dentista o cuando me fracturé un tobillo y fue mucho más difícil lograr transformar el dolor. Creo que esto se deba a que las contracciones del parto son muy predecibles, tienen su ritmo, no es como si te cayera una planta en la cabeza desde la terraza del vecino inesperadamente :-) Pero hablando con un médico de traumatología concluimos también que en cierta medida debe ser debido a que el expulsar el bebé es un movimiento NATURAL del cuerpo de la mujer, la fractura al tobillo en vez era totalmente innatural. De hecho, el dolor es la señal que nuestro cuerpo nos da cuando algo va mal. Por eso sigo convencida de que los dolores del parto son simples calambres, innaturales, debidas a que estos movimientos se hacen de repente, en edad adulta y no con regularidad, y creo que en este sentido (y también para evitar necesitar episiotomía) puedan ser muy útiles los ejercicios de Gimnasia Pélvica recomendados por Kegel
(sigue el enlace para leer más)


OTROS ENLACES DE INTERËS:


Consigue este libro



"El conocimiento de cómo dar a luz  
sin intervención externa  
se encuentra en lo profundo de cada mujer.  
El parto exitoso depende de la aceptación del proceso." 

Suzanne Arms




Os aconsejo también leer el libro de Frederick Leboyer "Para un nacimiento sin violencia", que habla del derecho del feto durante el embarazo, y del bebé al momento de nacer, a sentirse bien y a que se tomen en cuenta sus emociones.

Este otro documento (he aquí el enlace) explica bastante bien como en diferentes lugares y culturas se vive y se ha vivido historicamente de forma más natural el parto dulce: 

"La duda suscitada por el 'parirás con dolor' se convirtió en legítima sospecha cuando leímos a Bartolomé de las Casas (2) quien, entre otras cosas interesantes, dice que las mujeres del Caribe de hace 500 años parían sin dolor -la generalización del patriarcado no alcanzó aquellas islas hasta la llegada de la expedición de Colón."

"...sabemos que la oxitocina que se inyecta en vena para provocar o acelerar un parto, es la misma hormona que segregamos durante la excitación sexual."

"... en zonas remotas de Arabia Saudita, la mujer que está de parto se ve rodeada de mujeres que bailan la danza del vientre - hipnotizándola con sus movimientos rítmicos ondulantes para que también ella se mueva a favor del cuerpo en lugar de moverse contra él -. Y las mujeres de la India visualizan e imaginan pétalos de loto desplegándose para favorecer la apertura del cervix." 

Yo también había leído los escritos de Bartolomé de las Casas cuando quise averiguar si en otras culturas se daban con más facilidad las experiencias positivas similares a la de mi tercer parto, y deseo transmitir aquí mi lectura de las cosas que es la lectura típica de este blog: las culturas que veían y ven con más aprecio el papel de la mujer en la sociedad y que se caracterizan por tener mujeres más jubilosas y emprendedoras son compuestas por mujeres y hombres, ni más ni menos que la nuestra. Pero nosotras pertenecemos a la cultura que hemos desarrollado, que hemos apoyado, que hemos contribuido a construir, por lo tanto no es de ninguna utilidad que nos identifiquemos con unos matriarcados exóticos de hoy o hipotéticos de hace milenios simplemente por ser mujeres y que asociemos a los hombres de nuestra sociedad al patriarcado, ya que lógicamente aquellas estructuras fueron construidas por los dos géneros en su conjunto al igual que la nuestra. 

Lo que me parece más útil y más inteligente es tomar conciencia de nuestra actitud y cambiarla en positivo. Conocer otras culturas puede ser útil en la medida en que tomemos los ejemplos de nuestro interés, pero desde una base de aceptación de nuestra historia. No hay pruebas de que el sistema que cada grupo humano vive sea impuesto por una parte de la población sin la colaboración la de otra parte, que supuestamente sería subyugada (teoría que nos plantean las feministas en su mayoría). Los mismos números (de habitantes de los dos géneros) desmienten esta teoría: subyugar a una menoría es posible (¡y no siempre!), pero subyugar a la mitad o mayoría de la población no, al menos no sin su consentimiento, y por supuesto hablo del consentimiento de la mayoría de estas personas con excepción de unas (y unos) revolucionari@s. La existencia de otros esquemas en otras culturas también es prueba de que todo esquema es realizable, dependiendo de nuestra actitud. 

Os aconsejo también leer el Blog EL PARTO SIN DOLOR,
de donde he extraido estas palabras: ''Hoy la prensa, la novela y el cine están llamados a cumplir una nueva función; una función social importante: ayudar a liberar a la mujer del miedo al parto. Que ella herede de sus padres y aprenda de sus maestros que el parto es un acto fisiológico, normal, y por tanto no tiene por qué ser doloroso. Y ella lo enseñará luego a sus hijos. Borrará de su mente los recuerdos desagradables que una educación insuficiente habían transformado en realidad. Irá así transformando su conciencia..."



El parto orgásmico - vídeo

Personalmente puedo decir que la única experiencia de parto orgásmico que me contó una amiga que lo había experimentado en primera persona me dio otra visión del asunto, aún más bella de la que se ve en este vídeo. Mi amiga no tenía la menor idea de que el parto pudiera ser dulce o placentero, no pensó nada en particular, era joven y con su pareja tampoco iba todo bien, luego se separaron. Ella fue atendida en un hospital clásico y se sorprendió cuando al momento del alumbramiento probó placer. Es decir: 'así fuimos concebidos, así entramos y de la misma forma salimos'. Es lo más lógico. El movimiento que el cuerpo de la mujer debe hacer para dar a luz se parece mucho a las contracciones musculares del orgasmo. Lástima que los partos orgásmicos sean casos excepcionales en nuestra sociedad. Pero aún siendo casos raros deberían hacer más noticia, deberíamos esperar algo similar, tomar en cuenta esta posibilidad.

En conclusión, 
quise facilitar estos enlaces y contar estas anecdotas porque me di cuenta de que sigue habiendo una gran cantidad de mujeres, sobre todo en Europa y por lo general en el mundo industrializado, que desean  delegar la experiencia del parto al cien por cien en manos de las estructuras médicas que escogen. Casi todas ellas son personas que viven el parto como algo extraño, que no les pertenece, que les da miedo... y hasta como una especie de maldición; otras son mujeres que decidieron conscientemente tener una linda experiencia dando la luz y escogieron una estructura de atención alternativa pero piensan que el cumplimento de su deseo de parir de forma consciente y dulce dependa exclusivamente de la estructura y de las modalidades escogidas. Muchos artículos de prensa reflejan la visión de estás últimas, mostrando el parto dulce como algo no natural en definitiva, difundiendo la falsa idea de que se trate de algo nuevo, logrado a través de métodos modernos o, en el mejor de los casos, exóticos... y sobre todo pasando por encima del hecho probado (si bien por pocas personas, queriendo o sin querer y en las más diferentes circunstancias) de que la actitud y los sentimientos profundos de la madre influyen en el proceso del embarazo y del alumbramiento de manera decisiva. 

En una entrevista, el Dr. Michel Odent dice: "En la selva, si una hembra está a punto de dar a luz y se da cuenta de que tiene un depredador cerca, segregará adrenalina para poder defenderse y retrasará el parto para cuando se sienta más segura. Los mamíferos necesitan sentirse seguros y no observados para dar a luz". Este es el único artículo que encontré en mi búsqueda, que mencionara el tema de la llegada del momento del alumbramiento en relación a los sentimientos de la madre. 


fuente de la imagen
El juego y la feminidad

Mi hija de nueve años vino a decirme que de las frases que escucha por casualidad en la escuela y del trailer de alguna película en TV que ponen en pleno día entre dos episodios de dibujos animados se ha enterado de que el parto da un susto tremendo. Le expliqué mi versión, cosa que pensaba hacer más adelante, pero me doy cuenta de que soy una pequeña voz en medio de la negatividad del ambiente en que ella vive y por eso quisiera que las voces positivas fuéramos muchas más. Este asunto no afecta sólo la esfera de la maternidad, es un tema que puede influenciar el sentimiento de las niñas en su entendimiento de la condición de ser mujer, en general. ¡Hagámosles saber que ser mujer es bello!



10 comentarios:

  1. Hola Manuela

    Por fin tengo tiempo para dejar mi comentario. Antes que nada, MUCHAS GRACIAS por tan valiente y hermoso testimonio. Es tan fácil decir que se es madre soltera, y no vemos todo lo que hay detrás de ello, comenzando por el nacimiento de tus pequeños.

    De mi puedo contarte que, como suelo ser analítica en muchas cosas, no me decidía a ser madre. Pero recuerdo bien que hace años, escuchando un programa radiofónico de mi alma mater, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (aquí en México) donde semanalmente invitaban a un doctor de origen argentino para hablar sobre maternidad y parto natural con parteras, me fui interesando más en el tema.

    En ese entonces ya estaba casada y sí pensaba ya en tener hijos, pero mi idea era -absurdamente- un tanto occidentalizada: el bebé nace posiblemente por cesárea (que para eso se crearon), desde el inicio debe dormir en su habitación y tomará biberón. Pero cuando empecé a informarme de la importancia del vínculo madre-bebé, el vital líquido que es la leche materna, la cercanía, amor y demás, fue que decidimos ir a un curso psicoprofiláctico.

    Ahí nos platicó la partera que lo impartía, sobre el nacimiento natural. Nos entusiasmamos y decidimos tener a nuestro bebé en casa. Ya avanzado el embarazo, a instancias del curso asistí a pláticas de LLL y me interesé e involucré más todavía.

    Curiosamente, yo que había nacido en casa, igual que mis hermanos, fui la única que se decantó por esta opción: tanto mi hermana como mi cuñada tuvieron a sus hijos (circunstancias diversas) por cesárea. Más aún, cuando mi madre supo de mis planes, trató de desalentarme, algo que no entendí, sobre todo porque ella nos había parido en su cama. Supongo que se debió a que en el ínter, se fue llenando de temores y falsos prejuicios sociales y culturales.

    Mi mamá estuvo el día del parto, pero respetó mis deseos: únicamente estaríamos las parteras, mi esposo y por supuesto, yo. Fue un parto muy largo, porque comencé con contracciones un domingo por la mañana, así estuve el lunes y parte del martes, todo para que en la noche del martes (había dilatado poco y ya con contracciones fuertes), al revisarme la segunda partera (quien llegaría casi al alumbramiento, y a mi criterio, era la más experimentada de las dos), me dijo que no avanzaba porque la cabeza de la bebé había movido el cuello del útero, formando una especie de barrera.

    Con su sapiencia milenaria, aprovechó una contracción para acomodar el cuello y eso fue todo: ya podría parir sin problemas. Pero había un detalle.

    (no me deja publicar todo, así que lo haré por partes)

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  2. (segunda parte)

    Me dijo, con una gran serenidad (nunca olvidaré su mirada y su voz relajantes), que tenía dos opciones, o ir al hospital en ese momento (y los médicos seguramente me harían una cesárea, por ser "imposible" continuar el parto), o partir de cero, por así decirlo, con las contracciones. Para mi lo primero no era una opción. No sé si fui necia, pero no me imaginaba ir a parir a un hospital después de todo el camino recorrido.

    Se me hizo todo cuesta arriba, pero decidí nos quedaríamos. La partera me sugirió dormir para reponer fuerzas, pero fue difícil: hice lo posible para relajarme, sin luchar (como había aprendido en el curso) contra las contracciones (me gustó mucho tu descripción: efectivamente son calambres intensos) y respirando. En mi imaginación, eran una especie de peces que venían hacia mi, y yo una especie de pez gigante que los devoraba, pero hubo un momento en que fueron demasiados y ya no podía hacerlo. Esto significó que las contracciones eran de verdad fuertes y mi bebé estaba ya por nacer.

    Desperté a mi esposo, quien estaba muy agotado, y le urgí para que llamara a nuestra partera/instructora, que se quedó a dormir abajo. Efectivamente ya estaba dilatando más rápido y no tuve que esperar hasta el día siguiente. Llamaron a la otra partera, que vive en un poblado cercano y pasando de las 12 de la noche, regresó. Parí poco después de las 3 de la mañana. Fue tremendo, porque cuando pujas es una energía increíble la que sientes por todo el cuerpo, es como si todo tu cuerpo fuera en ese momento el útero mismo.

    Decidí parir sentada, en la misma silla en forma de U que vi por primera vez en una clase del psicoprofiláctico. Fue sumamente cómodo, no como la cansada posición que tenía acostada en la cama. Ahí sí que pude apoyarme contra mis talones y pujar. Para mi, no hubo más opción.

    No grité nunca ni tampoco lloré. Confieso que sí sentí desesperación cuando me dijo la partera lo del cuello del útero, porque ahí debía evitar la sensación de pujo en lo que lo arreglaba, pero solo eso. No lo hice tanto por valentía, sino por cuestiones genéticas: mi madre tampoco lo hizo y ambas coincidimos en que en ese momento te concentras de tal forma, que se pierden fuerzas o aliento (¡y concentración!) llorando o gritando. Claro, esto es solo experiencia muy personal.

    (continúa)

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  3. (última parte)
    Nació mi hija y en ese momento sentí que en adelante, nada podría detenerme y podía ser capaz de hacer cualquier cosa. Me sentí transformada y valiente. Me sentí totalmente mujer. Solo hubo una nota discordante, y fue que como mi bebé no lloró de inmediato y había sido un parto largo, una de las parteras y mi esposo decidieron súbitamente llevarla al hospital para revisión.

    Yo estaba más que agotada y no tuve fuerzas para decirles que no era necesario, que todo saldría bien. Pero al ver sus rostros, no tuve mas que dejarlos que se llevaran a mi bebé. Es lo único que lamento, porque ahí se rompió, por así decirlo, mi primer vínculo con ella, porque mi plan era amamantarla de inmediato, estar a solas los tres y expulsar la placenta.

    Como resultado, tardé todavía como 2 horas en expulsarla y no pude dormir para nada, pese a que sentía un agotamiento extremo. Mi pequeña, desde que iba en el auto, reaccionó bien y lloró bastante. La metieron en una incubadora y un frío y alarmista neonatólogo les dijo mil cosas: que eran unos irresponsables -por lo del parto en casa- que quizá mi bebé podría tener padecimientos varios, etc.

    Lo detesté porque le llenaron la cabeza de ideas a mi esposo, quien los meses siguientes se volvió muy aprensivo con la pequeña y la manera en que la cuidaba. Con todo, estuvo siempre a su lado, incluso cuando les dijo a las enfermeras que estaba desconectado el tubo de oxígeno de la incubadora (claro, mi bebé no lo necesitaba). Rogó porque pudiera ir yo a amamantarla en la noche (el médico dijo que tenía que quedarse ahí por lo menos 72h... ¡siendo que no tenía absolutamente nada!) y me costó mucho el hacerlo.

    Fue extraño llegar al cuarto de la clínica donde había un bebé en una diminuta cuna, que era mi bebé. Fue raro cargarla, porque debo confesar que debido a ese lapso entre nuestro primer vínculo roto, de momento no la identifiqué como mía sino hasta que la tuve en mis brazos. Tampoco dormí esa noche porque me dediqué a intentar amamantarla, rechazando amablemente los biberones que me ofrecían las enfermeras cada tanto.

    Y lo logré. Y eso porque el biberón para mi tampoco era una opción. Nunca dudé de mi cuerpo ni de mi capacidad. Esperamos a que llegara en la mañana el neonatólogo. Le dijimos "sí" a todas las cosas que nos dijo en tono altanero y juré que nunca volvería a verlo. Lo único que me interesaba era el alta y volver a casa, con mis animales y a mi refugio. Ya ahí dormí muchísimo, con la bebé al pecho.

    No fueron fáciles los primeros meses, porque era una bebé sumamente demandante y yo lo atribuía a esa separación abrupta que tuvimos. Con todo, agradezco enormemente a la lactancia el haber formado de nuevo ese vínculo. Y todo ello me hizo asistir a todas las reuniones de LLL, al punto tal que me uní y me hice líder de lactancia.

    Yo creo que por algo ocurren las cosas. Si bien lamenté algunas que ocurrieron de forma diferente a como lo esperaba, me siento bendecida, porque así he podido ayudar a otras mamás y he crecido también como persona. No sé si vaya a tener otro bebé, pero de lo que sí estoy segura, es que si así fuera o si volviera el tiempo atrás, volvería a hacer todo igual.

    Finalmente, no hay que tener miedo al parto. Yo lo ubico como la experiencia más cercana a la muerte, no por lo terrible, sino porque es el inicio de la vida, es estar en uno de sus extremos y es muy parecido. Parir es como morirse, porque a veces tienes temor a no saber qué va a pasar, cómo va a reaccionar tu cuerpo, a no ser tú misma, a que algo desconocido ocurra. Y a la vez es la experiencia más vívida que pueda tenerse y en donde te sientes hermanada con otras hembras, humanas y no humanas, aprecias más la vida y aprendes a amarla y a respetarla. Parir es una forma de volver a nacer.

    Un abrazo, Manuela.

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    1. Mayra, me encanta tu comentario

      ¡gracias por aportar tu experiencia!

      Es verdad lo que dices sobre el nacimiento y la muerte, son los dos momentos más importantes en la existencia de un ser humano y yo también había sentido que de alguna forma coinciden.

      Creo que compartir nuestras experiencias es importante y puede ser útil para otras mujeres.

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  4. Mi hermana estaba también muy preocupada con el tema del dolor en el parto. Además ella era primeriza, lo cual le daba mas miedo aún; busco en internet y aplico lo que encontro en la pagina de:

    http://www.remediemos.com/salud09.htm

    dichas tecnicas le fueron muy utiles ya que le ayudo a eiminar el miedo con respecto al parto y asi mismo a sentir esa bonita experiencia de ser madre por primera vez.

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  5. Gracias Miguel Angel, andaba en la búsqueda de conocer como tener un parto sin dolor, con la web que has recomendado es dado por fin!!!! con una técnica muy buena y me faltan 3 meses pero ya tengo la guía, se la regalé a una amiga, quien la usó y me ha contado su experiencia, cuenta que tuvo un parto sin dolor tal y como explican en el sitio que has dejado, la verdad muchas gracias por tu excelente recomendación, ha sido de gran ayuda, es efectiva y muy cierta.

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  6. Teneis que conocer la Noesiología del Dr. Escudero y dejar de marear la perdíz: sencillísima hasta no creerlo y efectivísima de forma gratamente sorprendente. (Y que se apunten también los papás, eh)
    Su Web: http://escudero.com/
    Y ver ya sus vídeos para que empecéis a daros una idea: http://www.youtube.com/user/noesiologia?feature=watch
    Un abrazo a todas las madres que shan sido, son y serán.
    Ernesto
    w w w .ernestomartin.es

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  7. Bueno, y complementariamente -esta pero que muy muy bien también- el Curso de Prenatal que imparte Joaquín Grau en Madrid:
    http://www.grau-anatheoresis.com/
    tanto el de 'Prenatal' como el de 'Infancia'
    Lo de 'parirás tus hijos con dolor' es una intoxicación criminal exoterranea en la Torá (y de alli, al Pentateuco bíblico), proveniente de unos seres perversos mas alla de lo imaginable, con una mentalidad reptiloide. Y, claro, es falso, es mentira.
    La realidad, nuestra realidad la creamos nosotros mismos. Y por eso lo que nos ocurre es lo que merecemos: porque lo hemos atraido a nuetras vidas, lo hemos creado para nosotros, de forma subconsciente (que es como funcionamos el 95% de las veces).
    No temais a la genética porque esta subordinada a la epigenetica (cf. Dr. Bruce Lipton).
    No os dejeis engañar, ni dejeis que engañen a vuestros hij@s, aunque os llegase a costar la vida.
    Y si queréis completar el conocimiento y vida que podeís adquirir y vivir con lo que os he dicho, haced el Curso de Garnier Malet sobre el 'Desdoblamiento del tiempo' (mejor que leer sus libros farragosos y casi ininteligibles de entrada)
    http://www.garnier-malet.com/index_203.htm
    Todos los cursos que os he reomendado son de un día o de un fin de semana. Y su valor es impagable (aunque solo os van a costar 250-300 euros cada uno + viaje y hotel)
    Ánimo, que este mundo moribundo necesita mujeres maduras y valientes que lo salven, empezando por el conocimiento y su experiencia (frente a todas las mentiras con las que hasta ahora nos han esclavizado)
    Otro abrazo
    -si necesitáseis mas info. podeis escribirme a ernestomartin@ernestomartin.es

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  8. Buenas noticias: http://www.abc.es/sociedad/20141203/abci-sanidad-britanica-recomienda-embarazadas-201412031038.html?pos=Zona_A_Zona_apertura-a3__024

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