visitas

martes, 24 de marzo de 2020

Veo siempre la misma estrategia de control



Los confesionarios laicos llamados centros o teléfonos contra la violencia de género (que ahora se jactan de no cerrar ni siquiera durante el estado de alarma coronavirus y lo hacen sin temor porque se sienten indispensables e intocables, como modernos lugares sagrados) utilizan la misma estrategia que le funcionó a la iglesia: controlar a la población sobre todo gracias a la colaboración ingenua, devota y a menudo fanática de las mujeres. 

Esta es una triste observación que hago al disociarme, lamentablemente como excepción (me gustaría que muchas de nosotras nos disociéramos, no me divierte ser poco común).

Noto que se reproduce el mismo escenario que supuestamente se quiso criticar, con los mismos actores: un demonio que asusta constantemente a las masas incluso si no hay evidencia cierta de que exista, términos creados específicamente para propagar un mito y una moralidad perentoria que permite atacar automáticamente a las personas que no creen, sin un mínimo de diálogo. Si no quieres ser utilizada de esta manera, te tildan de traidora de la causa que han montado y tus motivaciones no son las tuyas sino las que las activistas tienen en mente y que te atribuyen por adelantado.

Quiero pensar y creer que esta estrategia de instrumentalizar a la población femenina haya sido concebida porque, al apropiarse del consentimiento femenino, se cree poder arrastrar y controlar a toda la población debido a la influencia importantísima de la mujer en la sociedad, pero no puedo excluir del todo que Emma Goldman tuviera razón cuando dijo que el poder se aprovecha del género femenino porque es el grupo humano que, históricamente, más se ha demostrado ingenuo y devoto hasta el martirio. Espero tener razón, en este sentido, aunque, técnicamente, el resultado no cambie. :(











No hay comentarios:

Publicar un comentario