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sábado, 4 de febrero de 2012

El síndrome de Aurora (que todavía oficialmente no existe)


...y ¡ya es hora de que alguien lo estudie!

Existe el Síndrome de Wendy (es decir, la codependencia), 
el síndrome de Peter Pan (que se refiere a las personas que no quieren crecer),
el Síndrome de Pinocho (aquellos individuos que llevan vidas llenas de falsedad) y otros...

pero yo creo que debería estudiarse este también: el Síndrome de Aurora (la bella durmiente).

De no confundir, pero, con el Síndrome de la Bella Durmiente, que es el apodo de una enfermedad rara en la que el enfermo se queda dormido. Como os explicaré a continuación, aquí hablo de algo psicológico, no de algo físico.

Aurora representa a aquellas personas (de cualquier género, aunque en las sociedades tradicionalmente patriarcales suele ser una característica más típica entre las mujeres) que protagonizan o que ansían protagonizar en sus vidas un cuento similar al de La Bella Durmiente.






Aurora es aquella persona que condiciona todo su entorno pero no es responsable de nada. En su nombre se activan héroes, espíritus, dragones y pueblos enteros. Sucede cualquier cosa, se cumple cualquier hazaña, se arriesgan vidas, se para el tiempo, se disuelven hechizos, se recorren kilómetros por ella... mientras ella duerme.

Pienso en ella cuando conozco personas aparentemente humildes, taciturnas o conformistas. Personas que se consideran ya perfectas, o individuos eternamente irresponsables, que no progresan. Incluso pueden ser personas que defienden activamente el sistema que las deja de lado. Educadas, algunas pueden ser tranquilas hasta pasar desapercibidas. Sombras invisibles. Pero que tienen un ego escondido que pudiera tragarse el mundo entero.

Aprendí a no dar por sentada la humildad, a no juzgar por las apariencias. Si, porque este tipo de persona a menudo escoge un disfraz extremo, que la hace irreprensible. A veces escoge un papel de prisionera porque algo en su interior le dice 'Si yo me asomo a la puerta se desatará la revolución, soy así de importante', o una vestimenta impecable para decir a si mism@ 'Un detalle equivocado en mi traje provocaría la tercera guerra mundial'.

Aurora, en fin, gana su batalla de protagonismo empleando el mínimo esfuerzo o, mejor dicho, ningún esfuerzo. Ella no cambia, ella no crece, pasa de la cuna al matrimonio sin evolucionar. Y el matrimonio con el príncipe, por supuesto, es la antigua versión del seguro de vida. 

Estas personas, si son muchas, pueden condicionar de forma negativa la sociedad en que viven. Pueden fomentar actitudes correspondientes en los demás (como la sobreprotección, o también el ofrecer esfuerzos físicos y bienes materiales a cambio de fidelidad incondicional, o la búsqueda de la esposa emocionalmente niña). Si son excepciones no, en este caso serían la inspiración que los cómicos necesitan para sus caricaturas del ser humano, nada más. 







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