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lunes, 27 de diciembre de 2010

El trabajo digno




‘’ Hasta que no te valores a ti mismo 
no valorarás tu tiempo’’   


 En mi adolescencia escuchaba a menudo decir:

‘’La mujer ahora trabaja afuera de casa y luego tiene que hacer los trabajos de casa, así que trabaja dos veces, y en las vacaciones también pasa casi todo su tiempo cocinando y lavando…’’ 

Estoy hablando de los años 80, y de las clases media y baja en el sur de Europa. Para nosotras hubo una transición que hemos percibido y vivido de esta forma: antes debíamos ocuparnos casi exclusivamente de las tareas del hogar (por supuesto la mayoría de las mujeres quería y una minoría de revolucionarias se sentían discriminadas, pero en mis recuerdos se empezaba a percibir como un deber impuesto desde afuera y esto demuestra la poca importancia que dábamos a nuestro papel en la sociedad), luego hemos obtenido que a nivel sociocultural se aceptara que la mujer trabajara y tuviera su sueldo (antes se daba esta posibilidad solamente en situaciones de emergencia, como en las guerras –con los hombres al frente- o entre las familias de campesinos más pobres –donde todos trabajaban desde niños-), pero teníamos la obligación de cumplir también con los trabajos de cuidado de la casa y de los niños y ancianos de la familia, afuera del horario de nuestro empleo. 

Más adelante se ha empezado a hablar de compartir las tareas domesticas con nuestra pareja, y la mayoría de los hombres aceptaba fácilmente de cocinar (las tareas más amenas) pero no de planchar… y se escuchaba la queja: ‘’Si yo no lo hago el no lo hace y la ropa se queda allí toda arrugada, el suelo sin lavar, etc’’. Probablemente hoy las cosas siguen mejorando para la mayoría de las parejas, PERO se han complicado muchísimo para los solteros y solteras con hijos (familia monoparental), y hablamos de un gran número de personas ya que las familias de separados van siempre aumentando. Esto hace del problema de compaginar el cuidado de los hijos con el trabajo una tragedia, ya que en muchos países se puede perder la guardia y custodia de los niños, si no se tienen suficientes medios para mantenerlos y para pagar una niñera mientras estemos trabajando. Muchas mujeres viven con esta pesadilla. Para ir adelante sería necesario ganar el doble del sueldo y posiblemente trabajar menos horas (ya que hay cosas que no se pueden delegar, lugares donde el niño va acompañado por su tutor legal). 

Muchas empresas te preguntan si tienes hijos en la primera entrevista, y por supuesto seleccionan el personal en base también a su posible disponibilidad de tiempo. Algunas personas han escogido emplear una niñera extranjera para pagar menos, esto ha llevado a una discriminación laboral y al aprovecharse de los trabajadores de países pobres, y ha bajado el nivel de pago en general de las horas de trabajo domestico (que ya tenían escasas tutelas de parte de la ley del trabajo, en comparación con otros oficios).

Cuando se compara nuestra situación con la de los países (generalmente del norte) que dan apoyo económico y viviendas de protección oficial a las madres solas (o a la persona que esté sola y tenga hijos), se suele decir que son países más ricos, que pueden invertir en esto. Por contras, en casi todos los países subdesarrollados prevalecen valores de solidaridad entre parientes y/o vecinos y se ve una pobreza a nivel general, debida a factores políticos, pero no un abandono de la madre trabajadora a su triste destino de incertidumbre. En ninguna otra parte del mundo es tan trágico acoger un niño no programado o luchar por tener un niño tras haberse separado (si no se tiene apoyo de parte de nuestra ex pareja o de nuestros familiares y amigos) como en las economías de España, Italia y similares. Parece que algo tan normal para una mujer como parir sea el fin del mundo. El colapso de la economía.
 
Una prueba evidente de esto es el éxito que han tenido en la India los Microcreditos, que han sido un fracaso en España. La invención del microcrédito se debe al profesor Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2006 por haber creado el Grameen Bank, o 'banco rural', en 1983. Su primera operación fue la de otorgar préstamos personales sin avales ni garantías por la cantidad de 30 euros a 43 mujeres de Bangladesh. El Grameen Bank obtuvo el reintegro de la totalidad del dinero prestado a las fechas establecidas. Fue un éxito total. En el año 2003, el banco rural había logrado ayudar a 27 millones de familias con los microcréditos. Este sistema sigue siendo un valioso aporte a la reducción de la pobreza en la India, y tras su éxito nacieron proyectos similares en muchos otros lugares.  
Dice Yunus que "Cuando una mujer consigue rendimientos por su actividad, los que se benefician en primer lugar son sus propios hijos." 
Sucesivamente, se ha visto que el microcrédito y otras opciones similares han tenido éxito en Latino América  pero no en España. Las razones son las siguientes: en España se otorgan alrededor de 15.000 euros con un microcrédito (y entre 6000 y 9000 con el Ticket de autónomo), una cifra insuficiente a hacer frente a los gastos iniciales de una actividad en nuestra economía (aunque antes se haya estudiado y redactado un plan de empresa viable, que decía lo contrario), y los gastos se hacen altísimos cuando la mujer emprendedora debe pagar por cada hora por el cuidado de sus hijos pequeños (los cuales además se crían con personas que no los cuidan desinteresadamente y que luego no volverán a ver), o debe poner apresuradamente empleados en su tienda (cosa que no es rentable al comienzo). Total, los fracasos fueron muy numerosos. 

Todos estos problemas, a mi parecer, nacen de un error de fondo:

la mujer occidental ha concentrado su lucha para la emancipación 
poniéndose objetivos EXTERNOS. 

En lugar de examinar su propia personalidad, detectando y modificando los comportamientos erróneos (su falta de autoestima y/o sus objetivos) ha decidido demostrar que podía hacer lo mismo que hacia el hombre. Se ha convencido de que el hombre por su propia voluntad y sin consultarla le había dado ciertos espacios y quitados otros espacios en la noche de los tiempos. Entonces, decidió salir de casa para ir a ocuparse de aquellos trabajos que daban dinero. Y de esta manera, sin darse cuenta, ha reiterado el concepto de que el trabajo domestico no es digno. 

Si en lugar de eso se hubiese preguntado: ‘’¿Porqué un hombre que cocina es cocinero y puede ganar y hacer carrera, mientras a una mujer que cocina no se le valora ni tan solo con un <gracias>?” A lo mejor, a pesar de tener otros defectos, el hombre estaba demostrando tener amor propio y valorar su tiempo. 

Si nosotras hubiéramos hecho lo mismo, aumentando nuestra autoestima y decidiendo dar valor a nuestras ocupaciones, pidiendo por ejemplo un aumento de los sueldos para los empleados (o empleadas) casados y que la mitad (o más, según los horarios) del Budget familiar fuera a parar en los bolsillos de su pareja por ley, el trabajo domestico hubiera adquirido el título de trabajo digno. Luego hubiéramos podido decidir libremente quien de los dos miembros de la pareja quisiese ir al trabajo fuera de casa y quien quisiese trabajar en casa. Y en lugar de eso, si se querían dos sueldos pagados por empresas externas, se hubiera podido decidir si emplear una persona de servicio o si compartir las tareas domesticas en las horas libres, sin que el hombre se sintiese menos hombre si limpiaba el hogar (cosa que se obtiene transmitiendo los justos valores a los niños). El hombre también hubiera beneficiado de mayor libertad, ya que en el sistema machista tenía como única libertad la de portarse de acuerdo con el estereotipo de hombre que la sociedad aprobaba. No hay libertad individual a cuesta de las libertades de otros, se trata de una ilusión, la verdad es que todos estamos conectados. Y el ambiente a nuestro alrededor responde a nuestras actitudes interiores.

Nosotras teníamos en nuestras manos los trabajos de cuidado del hogar (y de niños y ancianos). Solo nosotras podíamos hacer de los mismos algo digno de una buena remuneración y merecedor de elogios. Luego, a partir de esta asunción de responsabilidad, podíamos realmente proponer la posibilidad de escoger entre oficios internos (de casa) y externos. Mientras lo que tenemos ahora es la reproducción de la falta de consideración que teníamos, pero en diferentes lugares.
Ahora se puede decir: ‘La mujer gana menos que el hombre, la mujer tiene menor acceso a puestos de gerente, etc.’ pero no podemos estar segur@s de que todo esto no sea simplemente debido al haber arrastrado en otros contextos la falta de autoestima que teníamos como amas de casa. Al no querer empezar a trabajar en nuestro mundo interior, los factores externos no cambiaron realmente.

Una persona que percibe y expresa su dignidad suele desempeñar 
un trabajo digno, por consecuencia. No es lo contrario. 
No es el tipo de trabajo que dignifica a la persona.



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