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lunes, 15 de diciembre de 2014

Un rostro descubierto entre mujeres veladas


Nuestros medios de comunicación (todos, incluyendo a los pequeños blogs independientes), cuando muestran a una mujer árabe con su rostro descubierto entre otras que llevan el velo, quieren transmitirnos la idea de que ella, en el marco de la foto, es la chica con más orgullo. Y las otras representan la sumisión. 

Acabo de ver una imagen así en facebook: tantas túnicas similares a burqa negros y el rostro de una joven. Pero el blogger no sabe que yo la interpreto de otra manera. No a causa de un pensamiento, que también sería posible (se podría interpretar la cara descubierta como sumisión a la cultura occidental, entre unas mujeres que resisten), sino debido a una emoción. 

Me despierta el recuerdo de la única vez que vi uno de esos trajes de cerca, en el norte de África, hace años. La mujer que lo llevaba estaba sentada en un taburete alto, junto a la mesa de la secretaria de una dentista, yo estaba sentada con mi niña pequeña y otras personas en sillas normales. Ella nos miraba a todos desde arriba, sin ser vista. Sus ojos permanecían en la sombra. 

Tenía un orgullo desmesurado, que nos llegaba como un rayo. Se podía ver en la forma en que movía las manos escondidas en guantes negros, en su postura de reina que desprecia a sus vecinos descaradamente, y en el poder que le daba el hecho de ver sin ser vista. Mi hija le tenía miedo. Un poco más del que tiene ante los encapuchados españoles en Semana Santa. 

La dentista, la secretaria, los pacientes, todas personas del lugar tranquilas o dulces. Y nosotras en el medio. Un contraste que, sin querer, memoricé como una pintura. Desde entonces pude entender cosas como el porque la persona tímida se describe en psicología como egocéntrica (si me miran a mí se acaba el mundo), o porque mis abuelas habían podido exigir respeto y honores en virtud de no haber hecho absolutamente nada (la virginidad, el conformismo, ser hogareñas). Incluso ví un sentido a la necesidad de otras de ponerse una máscara de maquillaje antes de salir.

Un mundo de misterios se desvelaba para mí, poco a poco, mostrando diferentes facetas según el ángulo de exposición. Tras haber roto un tabú, se me habría un mundo de posibilidades. Sin que una cosa fuese necesariamente relacionada con otra, así como la pequeña bola de nieve no es culpable de crear una avalancha.

Una imagen (aunque sea real, y no de estúdio fotográfico) no lo explica todo, una experiencia con una sola persona no puede fomentar juicios generales acerca de un grupo, y sin embargo la distancia entre yo y el blogger o periodista típico occidental se hizo incolmable. Se me habían rayado las lentes que tenía en dotación.


1 comentario:

  1. Alguien aquí ve el tema desde otro ángulo: http://ctxt.es/es/20150122/firmas/33/Burkas-en-Selfridges-Cosm%C3%B3polis.htm

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